La historia contemporánea ha sido testigo de conflictos que han dejado una huella profunda en la humanidad, no solo por sus implicaciones políticas y sociales, sino también por el devastador número de vidas que se perdieron en ellos. Las batallas más mortíferas de esta era, que abarca desde finales del siglo XVIII hasta nuestros días, son recordatorios impactantes de los costos humanos de la guerra.

Estas confrontaciones no solo reflejan el avance de la tecnología bélica, que ha incrementado significativamente la letalidad de los conflictos, sino también las tensiones geopolíticas y las ideologías que han llevado a naciones y pueblos a enfrentarse en escenarios de destrucción masiva. Desde las guerras mundiales hasta los conflictos regionales más recientes, estas batallas han dejado tras de sí paisajes devastados y generaciones marcadas por el sufrimiento.