Europa, cuna de algunas de las economías más desarrolladas del mundo, también enfrenta desafíos significativos relacionados con la deuda pública. Muchos países europeos acumulan altos niveles de endeudamiento, resultado de factores históricos, económicos y sociales. Las crisis financieras, el envejecimiento poblacional, y la necesidad de sostener sistemas de bienestar social han llevado a muchos gobiernos a depender de préstamos para cubrir sus gastos.

La deuda pública en Europa se mide generalmente como un porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB), un indicador que permite evaluar qué tan sostenible es el nivel de deuda en relación con la capacidad económica de cada país. Algunos estados, como aquellos de la Eurozona, enfrentan restricciones y recomendaciones específicas en materia de deuda debido a los acuerdos de estabilidad económica. Sin embargo, esto no ha evitado que varias naciones excedan los límites recomendados, especialmente tras eventos recientes como la crisis financiera global de 2008 o la pandemia de COVID-19, que exigieron respuestas económicas masivas y aumentaron considerablemente las deudas gubernamentales.